¿Qué es Stories y por qué importa?

La información pública disponible sobre Stories destaca que se trata de un edificio residencial completado en 2021 en Ámsterdam, desarrollado por un equipo que trabajó en colaboración con una cooperativa de autoconstrucción y profesionales de la construcción y el paisaje. El dato central es la combinación entre iniciativa colectiva (una self-build cooperative) y profesionales externos: un modelo que articula participación, control social sobre el proyecto y entrega técnica.

Este tipo de experiencias importa porque muestra una vía intermedia entre la vivienda pública tradicional y el mercado privado: una fórmula donde los futuros habitantes tienen voz en el diseño, en la gestión de costos y en el mantenimiento futuro del edificio. En un contexto argentino donde las cooperativas de vivienda están en auge pero enfrentan desafíos, mirar cómo se estructuran iniciativas así en Europa puede ser iluminador.

Elementos clave del modelo que se pueden transponer

1. Participación desde el diseño

Una diferencia notable en proyectos cooperativos exitosos es que los usuarios participan desde etapas tempranas. En Stories, la participación de la cooperativa en la autoconstrucción sugiere que las decisiones sobre disposiciones internas, espacios comunes y relación con el entorno no fueron impuestas desde afuera. Acá en Argentina ya hay colectivos y cooperativas que practican esto, pero muchas veces la participación llega tarde o queda simbólica.

2. Alianzas técnicas profesionales

El caso de Ámsterdam pone en evidencia la combinación de autogestión con equipos técnicos: arquitectos, contratistas y paisajistas que acompañan el proceso. Eso reduce riesgos constructivos y aporta soluciones técnicas que el grupo por sí solo podría no resolver. Para proyectos en Buenos Aires, Córdoba o Rosario, potenciar estas alianzas puede mejorar la calidad y la durabilidad de la vivienda cooperativa.

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3. Modelos de contrato y financiación colaborativa

La autoconstrucción cooperativa implica acuerdos claros: responsabilidades de cada integrante, formas de financiamiento y mecanismos de resolución de conflictos. En el modelo europeo suele haber herramientas financieras y marcos legales más desarrollados para facilitar esto. En nuestro país, muchas cooperativas sortean estas cuestiones con creatividad, pero si querés escalar la experiencia, necesitás formalizar procesos y buscar instrumentos financieros que acepten cronogramas no convencionales.

4. Enfoque en sostenibilidad y espacios comunes

Además de la gestión colectiva, Stories integró soluciones de paisaje y diseño que potencian lo común. Para ciudades como Buenos Aires, donde la trama urbana y el clima demandan respuestas particulares, la experiencia sugiere priorizar espacios colectivos bien pensados: huertas, patios, terrazas compartidas que incrementen la habitabilidad y reduzcan la necesidad de espacio privado excesivo.

Diferencias y similitudes con el contexto argentino

Mirando al contexto local, hay elementos que facilitan y otros que complican la transferencia de estas prácticas.

Similitudes

- Cultura de solidaridad y asociativismo: en muchos barrios porteños y en ciudades del interior hay tradición cooperativa y vecinal que es un activo a la hora de autogestionar vivienda.
- Necesidad de vivienda accesible: la presión sobre alquileres y el costo del suelo hacen que modelos alternativos sean relevantes y urgentes.

Diferencias y desafíos

- Marco regulatorio y acceso al financiamiento: en Ámsterdam existen instrumentos públicos y mecanismos de apoyo más consolidados. En Argentina, muchas veces las cooperativas dependen de líneas muy específicas o del esfuerzo de gestión local.
- Acceso a suelo urbano: la disponibilidad y el precio del suelo en Buenos Aires y otras ciudades argentinas complican replicar proyectos a escala sin políticas públicas o convenios con el Estado.

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Propuestas prácticas para aplicarlo acá

Si te interesa llevar estas ideas al terreno porteño o a ciudades como Córdoba o Rosario, te propongo algunas líneas de acción basadas en lo que se observa en Stories y en la experiencia general de cooperativas:

1. Facilitar alianzas entre cooperativas y profesionales

Promover programas municipales o provinciales que articule equipos técnicos con grupos autogestionados. No hace falta reinventar: se trata de formalizar convenios que definan roles y responsabilidades, y que ofrezcan asistencia técnica durante todo el proceso.

2. Desarrollar instrumentos financieros adaptados

Diseñar líneas de crédito o garantías que reconozcan los plazos y dinámicas de las cooperativas, incluyendo etapas de autoconstrucción y aportes no monetarios de los socios. Esto reduce la dependencia de fuentes informales y el riesgo de quiebres en la obra.

3. Protección del suelo y convenios urbanísticos

Buscar mecanismos para asegurar suelo a precios razonables: convenios de uso con municipios, fideicomisos sociales o cesiones de tierras. Sin una estrategia de suelo no hay escala posible para la vivienda cooperativa.

4. Capacitación y transferencia técnica

Invertir en programas de formación en construcción, gestión y mantenimiento para cooperativistas. La combinación entre saber hacer y asistencia técnica es clave para reducir errores constructivos y costos imprevistos.

Conclusión

Mirar a Stories en Ámsterdam no es copiar un edificio: es entender un enfoque. La clave está en articular participación, asesoramiento profesional y mecanismos financieros que permitan que la autogestión sea viable y de calidad. Acá en Argentina ya hay bases culturales y prácticas para que estos modelos prosperen; lo que falta muchas veces es institucionalizar apoyos, mejorar el acceso al suelo y pensar instrumentos que respeten los tiempos de la cooperación. Si querés impulsar proyectos en tu ciudad, podés empezar por compartir estas ideas con tu cooperativa, buscar aliados técnicos y dialogar con gobiernos locales para abrir vías concretas.