Análisis: la Biblioteca dos Saberes y su enfoque en la herencia afro-brasileña

La propuesta presentada por Kéré Architecture se muestra como una intervención pública ambiciosa que busca ir más allá del edificio como contenedor de libros. Según la cobertura en ArchDaily, la Biblioteca dos Saberes pretende ser un lugar que celebre la historia y las prácticas culturales afro-brasileñas dentro de un contexto urbano. Esto resuena con una tendencia global —y muy pertinente en América Latina— de usar la arquitectura para recuperar narrativas históricas que antes fueron marginadas.

Lo que resulta interesante para nosotros, desde la perspectiva local, es el modo en que la propuesta articula lo simbólico con lo programático: la arquitectura no es sólo un escenario, sino un actor que reconoce, visibiliza y pone en valor tradiciones culturales. Esto implica decisiones de escala, disposición de espacios públicos, relaciones con el entorno barrial y estrategias de accesibilidad cultural. Si mirás con atención, es una invitación a pensar la biblioteca como un centro cívico que articula memoria, educación y prácticas comunitarias.

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¿Por qué importa incluir la herencia afro en el diseño?

Incluir la herencia afro en desarrollos públicos no es un gesto ornamental: es una decisión política y urbana. Significa considerar historias de resistencia, tradiciones artísticas, rituales y saberes como insumos para el diseño. En el caso de la Biblioteca dos Saberes, ese enfoque busca revertir invisibilizaciones históricas y generar un lugar donde comunidades puedan reconocerse y apropiarse del espacio. Para la práctica arquitectónica, eso exige escuchar, trabajar con agentes locales y traducir demandas culturales en espacios concretos.

Paralelismos con la realidad argentina: ¿cómo se expresa nuestra identidad cultural?

Acá en Argentina la búsqueda de identidad en la arquitectura es algo que aparece en cada proyecto público de escala. Desde Buenos Aires hasta Córdoba y Rosario, la pregunta por qué contar y cómo contar nuestra historia pública atraviesa decisiones de diseño. En nuestro país, la identidad es plural: incluye memoria histórica, inmigración, pueblos originarios, y múltiples tradiciones culturales urbanas y regionales. La discusión que propone el proyecto en Río nos sirve para repensar cómo esos elementos pueden articularse espacialmente.

Mirando el ejemplo de Kéré, hay al menos tres lecciones que pueden aplicarse en nuestro contexto: primero, la necesidad de reconocer y priorizar narrativas históricas que fueron marginadas; segundo, concebir los edificios públicos como plataformas de encuentro y producción cultural; tercero, integrar participación real de comunidades en el proceso de diseño. Si no incorporás esas dimensiones, lo más probable es que termines con espacios emblemáticos en el papel pero desconectados de las prácticas cotidianas de la gente.

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Identidad y escala urbana

En ciudades argentinas como Buenos Aires o Córdoba, el desafío no es sólo diseñar iconos sino articularlos con tejido barrial y redes culturales preexistentes. Una biblioteca grande o un centro cultural funcionan mejor cuando se conectan con escuelas, iniciativas comunitarias y circuitos culturales locales. El proyecto en Río nos recuerda que la escala metropolitana debe dialogar con la escala local: una política de identidad en arquitectura requiere instrumentos que crucen escalas y disciplinas.

Ejemplos y aprendizajes: proyectos argentinos que rescatan identidades locales

En nuestro país ya existen múltiples iniciativas que buscan rescatar identidades locales a través de la arquitectura pública. Hay proyectos que recuperan memoria, otros que incorporan saberes de comunidades originarias o que ponen en valor tradiciones regionales. Mirá: la clave no es repetir un modelo, sino adaptar procesos. Es decir, en lugar de pensar la identidad como un conjunto de signos a replicar, pensarla como un proceso dinámico de construcción colectiva.

Para que estos esfuerzos funcionen, es imprescindible que las políticas públicas promuevan participación, aporte sostenibilidad presupuestaria y consideren el mantenimiento a largo plazo. Construir identidad no es un acto puntual: es un compromiso con la continuidad cultural y con la convivencia entre distintas memorias.

Conclusión: hacia una arquitectura que celebre la diversidad cultural

La Biblioteca dos Saberes en Río, tal como la presentó Kéré Architecture, funciona como un recordatorio potente: la arquitectura pública puede y debe ser un instrumento de reconocimiento cultural. Para nosotros en Argentina, esa lección resulta útil y urgente. Podés ver en cada barrio —en la Villa, en el centro de la ciudad o en las periferias— la necesidad de políticas y proyectos que no sólo expongan una estética, sino que actúen como plataformas para la memoria, la educación y la participación.

Si querés que la arquitectura pública logre verdaderamente representar la diversidad del país, hace falta incorporar voces, hacer diagnósticos sensibles y diseñar con la comunidad, no para la comunidad. La propuesta de Río nos recuerda que la identidad se construye en pluralidad: respetar eso es la diferencia entre un edificio emblemático y un lugar vivo.